El técnico portugués fue despedido un día después de anunciar la Superliga.

Los Spurs son administrados diariamente por el presidente Daniel Levy, uno de los administradores de futbol más astutos y perspicaces. Puede que Mourinho haya engañado a algunos, reactivando su cuenta de Instagram y en general hablando con discursos más suaves en ruedas de prensa, sin embargo, entre bastidores, sigue siendo la misma figura combativa y confrontativa de siempre.
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En consecuencia, los dos hombres habían estado en curso de colisión desde el momento en que se dieron la mano para la presentación de Mourinho en noviembre de 2019, aunque eso no significa que no tenga sentido. Tottenham necesitaba un entrenador con estatus y personalidad para salir de la sombra de Mauricio Pochettino, alguien con un historial de hacer lo único que el argentino no había logrado durante sus cinco años y medio al frente: ganar trofeos.
Por su parte, Mourinho necesitaba un club ya posicionado cerca de grandes logros para rehacer su reputación, concretamente para desafiar la carga que le había dejado la élite del futbol como campeón del pasado.
Levy es económico en sus tratos, una metodología reforzada por tener un estadio de mil millones de libras a pagar. Prefiere comprar jugadores jóvenes que se desarrollen o tengan valor de reventa. La gestión de Mourinho requiere enormes gastos en jugadores entrenados, su autoridad se establece a través del ensamblaje clínico de jugadores talentosos que espera tengan la fuerza mental para enfocarse solo en la búsqueda de la victoria a toda costa.


